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Un vagabundo que bendice a Malverde, una señora escapándose con una guitarra, o simplemente un perro acariciado por el crepúsculo del amanecer. La foto de calle se trata pues, de saber iluminar lo ordinario, de aprender a traducir los sentimientos y texturas de la calle, pero sobre todo a maravillarse con los humanos que la habitan. 

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